Carlos Martínez, Politólogo y
co-primer secretario de Alternativa Socialista
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Que la socialdemocracia sufre una aguda crisis de valores,
propuestas, ausencia de alternativas y caídas electorales, es cierto.
Que la actual socialdemocracia especialmente la vinculada a la II
Internacional, no significa hoy en día ni en lo ideológico, ni en sus
políticas, nada más allá que un vago liberalismo progresista, que Susan
George bautizó con mucha fortuna como socioliberalismo, también es
verdad. Las cúpulas socioliberales carecen de ideas de transformación y
el cambio social. No se plantean ni de lejos, combatir el capitalismo.
Ya ni siquiera el controlarlo.
Las dirigencias socioliberales, son oligarquías profesionalizadas,
cuya principal preocupación es la propia continuidad del sistema y los
aparatos económicos y políticos de la democracia liberal, cada vez de
peor calidad. Cierto que los partidos de esa rama digamos, conservan sus
nombres tradicionales, fruto de la apropiación y control sobre ellos
por parte de líderes cada vez más escorados al liberalismo tras la
derrota interna de sus izquierdas y facciones sindicales y si bien se
denominan Laborista, PSF, PSOE, SPOE o PASOK, entre otros,- teniendo
nombres similares según estados y tradiciones-, también lo es, que ya
nada tienen que ver con sus orígenes obreros, sindicales y enraizados en
la lucha de clases.
No se puede negar en absoluto y sería falsear la historia que las
socialdemocracias obreras y los partidos socialistas obtuvieron
importantes avances sociales y en favor de la igualdad en las sociedades
europeas avanzadas o no tanto, entre finales del siglo XIX y gran parte
del siglo XX. Nacionalizaron industrias, minas, ferrocarriles, bancos y
crearon u obligaron a crear la seguridad social y las pensiones o los
seguros de desempleo, así como impulsaron y profesionalizaron la
enseñanza pública. Formaron parte esencial de Frentes Populares y se
enfrentaron al fascismo. No apoyaron en su totalidad la revolución
soviética, en muchas ocasiones por cuestiones de método o de ciertas
actuaciones y profundas restricciones de la libertad. Cada vez más se
decantaron por la práctica parlamentaria como vía de cambio social y de
alcanzar el socialismo. Socialismo en democracia.
Con los recién surgidos partidos comunistas tuvieron relaciones
difíciles, pero entre los años treinta y setenta del siglo XX formaron
coaliciones, frentes electorales e incluso gobiernos de coalición entre
las diferentes socialdemocracias y los comunistas. Cierto que la guerra
fría los distanció y mucho. Pero incluso la citada guerra fría no evitó
que por ejemplo Laboristas británicos y PCUS mantuvieran una especial
relación, por cierto muy desconocida. En América Latina, el caso
paradigmático es el Chile de Salvador Allende y el primer ejemplo de
gobierno de izquierdas, con programa de izquierdas electo en América
Latina. El socialista Allende presidió un gobierno de Unidad Popular,
derrocado por un sangriento golpe de estado. Sigue siendo Allende un
aviso para navegantes, pues la derecha liberal no es democrática si se
le toca su bolsillo y no consiente jamás gobiernos de izquierdas con
programas socialistas pues confunde democracia con capitalismo.
La derecha incluso liberal, es golpista si los intereses de las
personas, se ponen por encima de los de las grandes empresas y los
grandes bancos privados o las grandes fortunas. Es por ello, por lo que
muchas socialdemocracias comienzan a negociar, ceder y desdibujarse,
aceptando finalmente las imposiciones de “los mercados” y el liberalismo
o actualmente el neoliberalismo como inevitables. Diversos factores
como la varias veces citada guerra fría, la Europa del desarrollismo y
el consumismo o una trayectoria donde la gestión de un capitalismo
controlado, es cierto,- en aquellos momentos-, se acabó imponiendo. De
hecho al final, se transforman en meros gestores sistémicos y de esa
transformación y claudicación el PSOE es otro ejemplo paradigmático.
Pero lo que es peor, a partir de inicios de los ochenta del siglo XX,
las cúpulas partidarias e intelectuales socialdemócratas abrazan las
ideas liberales o se moderan tanto que renuncian definitivamente a la
socialdemocracia clásica, con sus nacionalizaciones , la defensa de lo
público y control estatal de la economía, incluso de mercado.
A pesar de ello, amplias capas de las clases medias y obreras, de
las clases populares han confiado y siguen confiando en una
socialdemocracia blanda y escasamente gradualista, muy moderada, pero
siempre mejor que una derecha rampante, conservadora, usurpadora de lo
público y recortadora de la democracia formal, para sus votantes. Pero
en cuyo subconsciente todavía está el que son los suyos, los que
lograron incrementar las pensiones o las becas, aunque desde los años
setenta se hayan dedicado sobre todo a fortalecer un sistema injusto a
cambio de algunas migajas, o simplemente a cambio de estar en el poder,
sin más.
Por tanto, respeto a los votantes y a los creyentes. Pero ya ha
caído mucho como para no poder juzgar y advertir que lo que existe y se
autodenomina socialdemocracia, es una tomadura de pelo envuelta en
siglas históricas, decentes, obreristas y republicanas, carentes ya de
contenido y de ética.
Por eso el socialismo, las ideas socialistas de Jaures o de Pablo
Iglesias, sufren un doble ataque desde posiciones más o menos
progresistas e incluso radicalmente progresistas y es el de la tercera
vía, el socioliberalismo de Valls, Hollande, Felipe González, Renzi etc.
etc. por un lado y por otro el de formaciones diferentes, nuevas,
novísimas o no tan nuevas que desean certificar la muerte del
socialismo, no solo como idea, sino también camino de liberación y de
justicia, reparto e igualdad en democracia. Se dice por parte de algunos
que la socialdemocracia ha muerto cuando comprobamos que todos los
programas que hoy se hacen por fuerzas de izquierdas reales o
progresismos transformadores, son socialdemócratas. Socialdemócratas
cabales, pero más incluso en la línea de Habermas –el líder
socialdemócrata alemán, que desde inicios del siglo XX comenzó a
proponer la práctica fundamentalmente parlamentaria- que en la de Pablo
Iglesias. Curioso.
La transformación social y el reparto de la riqueza -siendo
marxiano-, por medio de una combinación de la acción social, ciudadana,
sindical y al mismo tiempo la práctica parlamentaria para conseguir el
poder y desde el poder democrático, mediante procesos constituyentes,
republicas o la libertad real y el empoderamiento de las clases
populares, es el objetivo socialdemócrata por excelencia que socialistas
y socialdemócratas estuvieron impulsando desde finales del siglo XIX y
que ahora siguen impulsando-los socialistas transformadores- en varias
repúblicas latinoamericanas. Sin embargo, parece lo nuevo, lo moderno,
lo que toca hacer. Efectivamente, es lo que toca hacer y lo que ocurre
es que ante el abandono del campo ideológico socialista, por parte de
las oligarquías políticas socioliberales otras personas con todo el
derecho del mundo, lo están ocupando en Europa. Es en ese terreno, donde
yo planteo que para fotocopia mejor el original y que hay que rescatar
el socialismo al objeto de ponerlo a disposición de la transformación
social, del cambio y de las personas que sufren empobrecimiento,
recortes, pobreza, paro y precariedad laboral y vital. Esa tesis es la
que me llevó a escribir el artículo http://cli-as.org/reino-de-espana-hace-falta-un-partido-socialista/
en la que defiendo la necesidad de construir un PARTIDO SOCIALISTA,
que sea portador de los valores de reparto de la riqueza, por tanto
antineoliberal. Ecosocialista en defensa de la Madre Tierra, por tanto,
de la vida en nuestro planeta, sabiendo que el capitalismo la conduce a
su suicidio. Republicano federalista y por el fin del patriarcado como
elemento clave de movilización y cambio social profundo. Que asuma los
nuevos valores ciudadanistas, pero enraizado en la lucha de clases,
porque hay ricos y pobres, oligarquía y clases populares, explotadores,
especuladores y explotados y engañados. Hay gentes que expropian lo
público en beneficio propio y personas que sufren la desposesión y esas
personas se resisten y poco a poco se organizan y eso es lucha y como
los de abajo son pobres o empobrecidos, mientras otros, los ricos, los
utilizan, hay clases y las clases luchan, unos por poseer más y otros
por la justicia y por su futuro y el de sus hijos.
Ese partido de los y las socialistas, debe ser construido en el
estado español, por todas y todos los que se consideran socialistas al
objeto, insisto de ponerlo a disposición de las gentes y del pueblo. Hay
diferentes grupos organizados locales, en comunidades, nacionales y
estatales que se reclaman del socialismo y del ecosocialismo. Personas
incluso dentro del PSOE defendiendo estas ideas. Por tanto hay que
invitar a los y las socialistas que quedan en el PSOE no a apuntarse a
algo ya existente, sino a construir juntos el partido socialista y
ecosocialista, diferente del socioliberal defensor del sistema. Otro
partido. El PSOE ya no tiene credibilidad y además como afirma José
Chamizo, cae mal, le cae mal a la gente.
Pero eso sí, no para construir un bis del socialiberalismo, sino
algo diferente y profundamente antineoliberal y republicano. Personas en
grupos procedentes del PSOE o de otras tradiciones pero que han llegado
al mismo camino. Hay organizaciones que en la práctica pueden estar en
esas perspectivas, pero mi opinión es que primero hay que agrupar a
socialistas,- no tan solo de origen en el PSOE-, al objeto de poder
presentar una estructura de confianza a mujeres y hombres, que han
creído en esa corriente de la izquierda y ahora están decepcionados y en
sus casas. Pero la labor de ese partido de los y las socialistas, no
sería su propia consolidación como tal y como aparato electoral, sino
tal y como hizo el PSOE de Pablo Iglesias la búsqueda de la conjunción
con otras fuerzas transformadoras, republicanas y constituyentes. La
conjunción, la confluencia, el frente popular al objeto de derrotar la
oligarquía cruel y rentista española y un régimen ya caduco y podrido
por la corrupción.
Honradamente he de advertir, que el socialismo democrático del
estado español, por su tradición, su historia y su aportación al
movimiento obrero, la Republica, la construcción del bienestar y las
conquistas sociales a pesar de errores, dejaciones y renuncias, no es,
ni merece ser la parte, la sección, el circulo, ni la sucursal de nadie.
Sería peor al objeto de lograr la confluencia y la conjunción. Sería
renunciar para alegría de nuestras oligarquías y de los y las
socioliberales a un legado, una memoria y a muchas personas honradas,
trabajadoras y luchadoras que tienen mucho que aportar, precisamente
demostrándole –entre otras cosas- a lo que queda del régimen de 1978 y a
los del 135, que el socialismo, existe y está frente a ellos, con las
clases populares y donde siempre debió estar.
El socialismo democrático y transformador, tiene mucho que decir y
sobre todo puede contribuir a crear el poso imprescindible para la
construcción del pueblo de izquierdas. También para rescatar a la
izquierda.
Cuando estos días escucho o leo que hay importantes núcleos
transformadores que no desean ser confundidos con la izquierda, por el
daño que el PSOE renovado, pueda haberle hecho a la palabra, me
pregunto, que porqué renunciar a algo definitorio que además significa
desde la Revolución Francesa de 1789, la libertad, la igualdad, la
fraternidad, los derechos humanos y los derechos de ciudadanía. La
consecución del ciudadano frente al súbdito, la república de la igualdad
y la democracia, la ilustración y la razón. Los revolucionarios
franceses de hace más de doscientos años si lo tuvieron claro, pues
había que distinguirse de los absolutistas y los partidarios del antiguo
régimen y por eso se agruparon todos en un lado de la cámara, de la
Asamblea. Resultando ser el lado izquierdo. No citaré, por no provocar a
los teóricos del “ni de derechas ni de izquierdas” en el siglo XX. No
pretendo acusar a nadie que desde la buena fe y al objeto da cambiar las
cosas, entiende que hay que cambiar también este concepto. Pero es que
otros antes que ellos, desde sus antípodas ideológicas, ya lo pensaron,
lo hicieron y lo teorizaron, e impusieron para desgracia del pueblo
obrero y de sus organizaciones.
Por eso mismo, muchas personas, ni renunciamos al socialismo, ni se
lo vamos a regalar a los que usurpan tan hermosa palabra. El socialismo
además es un concepto, una idea transversal como ahora se dice y por
tanto partidos comunistas, trotskistas, socialistas y socialdemócratas
la utilizan para presentarse y definirse. Con diversos padres desde el
mismo 1789, pero el más aceptado y con razón Karl Marx.
No estamos ante un canto a la nostalgia. Solo pretendemos o
pretende el autor y muchas y muchos de sus amigos y compañeros hacer una
apuesta por la coherencia, al manos la nuestra y frente a la cultura
neoliberal que nos está robando hasta las palabras y los conceptos.
Estamos pues ante una lucha no solo social, económica y democrática,
sino ante una rebelión cultural y enfrentarse a la alienación
ultra-liberal y conservadora, también conlleva no renunciar a nuestra
cultura de clase.
Aquellos que afirman que la lucha de clases es antigua, una
antigualla, es porque sus beneficios son seis millones de paradas y
parados que asustan a las personas que están en el mundo del trabajo o
llevan a aceptar la precariedad y sueldos de miseria con tal de
encontrar trabajo o bien imponen las privatizaciones o el rescate
bancario a costa de nuestro empobrecimiento, nuestra salud y nuestra
educación. Ellos si tienen muy claro que son una clase superior y por
eso, niegan la mayor.
Ahora en estos días y ante las elecciones municipales, tenemos una
nueva oportunidad de construir las y los socialistas, junta al resto de
fuerzas sociales y políticas, por el cambio y constituyentes no solo la
oportunidad, sino la obligación de levantar algo juntas y juntos al
objeto de ganar, de que ganemos los citados comicios y defender la
democracia local e impulsar desde los gobiernos locales la democracia
real, lo público y el proceso constituyente.
La derecha desde el miedo, está preparando un golpe de estado, sin
tanques, pero igualmente violento para con los derechos cívicos y la
democracia.
Fuente: diariounidad.es
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