Podemos y Equo han evitado caer rendidos ante la primera insinuación de que Izquierda Unida está dispuesta a formar parte de una Syriza a la asturiana para ofrecer a los ciudadanos en las citas electorales del próximo año un bloque de izquierda transformadora y desencantada con la deriva de la política española desde 1978. Pero el gesto del coordinador de la coalición, Manuel González Orviz, y las réplicas de las otras dos organizaciones no dan a entender que objetivo resulte inconcebible o inalcanzable. El fermento para conseguir esos frentes amplios ha hecho su trabajo en los últimos meses. Comprobada ya en las elecciones europeas la sintonía de Podemos con una amplia franja de votantes, el segundo ladrillo de ese edificio es el ejemplo de Barcelona. Guanyem, la plataforma que respalda a Ada Colau como aspirante a alcaldesa de la ciudad, se ha convertido en la referencia para otras muchas operaciones similares. Pasan del catalán al castellano como Ganemos y están en marcha por toda España: Murcia, Málaga, Valladolid, Santiago de Compostela, Salamanca…
Un vistazo a los nuevos medios digitales que difunden las voces e informaciones favorables a un cambio de régimen –por ejemplo, estas de eldiario.es, Diagonal,La República y Cuartopoder.es— permite hacerse una decena del trabajo de cientos de activistas de movimientos sociales y militantes de partidos que apuestan por la confluencia de sus organizaciones en plataformas capaces de discutir las mayorías en los ayuntamientos a PP y PSOE. Las ciudades donde los proyectos están más avanzados, sin embargo, cuentan con un rasgo que, por el momento, falta en Asturias: la existencia de alguna asociación u organización social que sirva de punto de encuentro y foro para las conversaciones. En Córdoba se preparan reuniones desde hace meses. Pero también es cierto que en ningún lugar, aparte de Barcelona, se ha alcanzado un acuerdo y que, sea el camino más o menos empinado, las incertidumbres son del mismo tenor que en Asturias.
OBSTÁCULOS EN EL CAMINO
En todas las comunidades Podemos y Equo (y, donde tiene implantación, el Partido X o los animalistas de PACMA) se resisten a cualquier compromiso que les haga parecer ante los votantes como hermanos menores o apéndices de IU. En el caso de Podemos, además, en este momento cualquier contacto no responde más que a iniciativas personales de sus militantes. La organización trabaja aún en su proyecto constituyente, que debe culminar en una gran asamblea este otoño y no ha sometido a sus bases ninguna propuesta de alianzas o de acción electoral, de manera que nadie puede llegar aún a acuerdos vinculantes en su nombre. Equo, por su parte, quiere un proyecto compartido desde el principio hasta el final y abierto a las bases, no un reparto de puestos electorales y cargos en caso de victoria.
El paso de Orviz, en todo caso, llega más lejos de lo que les gustaría a algunos sectores de IU, donde no todo el mundo está convencido de que debilitar la propia marca electoral y buscar alianzas sea la mejor opción. Los órganos federales de la coalición, pese a todo, han dado poderes al diputado Alberto Garzón para intentar alcanzarlas. Hay todo un salto generacional entre Cayo Lara y Garzón, de 28 años, y no todos los dirigentes se ven capaces de darlo con facilidad. La organización asturiana parece tener voluntad de hacerlo, pero llevará meses saber si esos propósitos culminan en una coalición como la de Grecia. O la de Barcelona.
Fuente: asturias24.es
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