domingo, 21 de junio de 2015

José Antonio García Rubio: "Cronificación de la crisis y nueva política".

A partir de los inicios de 2009 el equipo de dirección de IU surgido de la IX Asamblea y encabezado por Cayo Lara fundamentó la política de IU en un análisis inédito de la crisis: definirla como crisis del sistema capitalista y no una mera crisis financiera. Identificamos la disminución de la tasa de ganancia como su causa fundamental y señalamos el fuerte aumento del paro como su consecuencia principal en España (que pasó de ser equivalente a la media de la UE a comienzos del 2008 a ser más del doble a finales de 2014). El origen es un modelo productivo perverso, heredado del franquismo, cuyo bloque dominante no se había modificado significativamente y cuyos cambios principales han sido la privatización de los sectores públicos y la inserción en la economía internacional a través de la UE.

Estos análisis permitieron a Izquierda Unida desarrollar una alternativa económica global y coherente, centrada en la creación de empleo, que se desarrolló en las instituciones y en la movilización.

Nuevos problemas y nueva política

Hablemos con seriedad y rigor. En una organización que se reclama de las concepciones filosóficas del marxismo, y que por sus propios objetivos es radicalmente nueva (en la misma medida que lo es Syriza o el Front de Gauche), el concepto de nueva política sólo se puede definir a partir de alternativas a los nuevos problemas. Así lo hicimos y el electorado lo reconoció: en el Congreso se pasó de 2 diputados a 11 (con nuestros aliados); en las elecciones europeas multiplicamos por 3 los votos y pasamos a 6 diputados (por cierto, avance compatible con los resultados exitosos de Podemos) y la media de las encuestas llega a ser superior al 15% en el verano de 2013 (con algunas concretas cercanas al 17%). Por tanto nueva política y reconocimiento electoral.

Pero hay quien está empeñado en situar una supuesta nueva política más como palanca para la lucha interna que como cuerpo de alternativas para los problemas ciudadanos. 

Los rasgos de la cronificación

Ahora es necesario continuar ese enfoque y el concepto que creo compendia los nuevos problemas es la cronificación de la crisis para los trabajadores y trabajadoras.

En la visión clásica del ciclo económico, la fase de expansión de la economía lleva aparejada crecimiento del PIB, del empleo, de la demanda interna y de los salarios. 

Sin embargo, el neoliberalismo intenta hoy exclusivamente mantener la tasa de ganancia del capital. Por eso quiere transformar la recuperación en una consolidación de su dominio y considera sin inmutarse una tasa de paro superior al 20% hasta más allá del 2020, más de 2,7 millones de parados de larga duración, 1,4 millones desde hace más de tres años, y 2 millones de parados que no reciben ningún tipo de prestación, junto al 51,36% de paro juvenil.

Uno de cada 3 menores de 16 años está bajo el umbral de la pobreza y la población en riesgo de exclusión social rebasa el 29%. Ha crecido la desigualdad de ingresos y han bajado los salarios. La OIT considera que el descenso de los salarios no se ha traducido en una mejora de la competitividad. Las empresas del IBEX han aumentado sus beneficios en 2014 un 38% y un 40% en 2013, con sólo un 1,3% de aumento en la cifra de negocios. En esos años despidieron a más de 200.000 trabajadores.

Esa es la cronificación que está empezando a dibujar una nueva estructura social en el país: una sociedad de tres velocidades entre la población activa con una posición intercambiable entre parados y precarios y sustituible progresivamente para los contratos indefinidos.

Harán falta más de 25 años si no hay un cambio de política para volver a las tasas de paro de antes de la crisis. Programa y proyecto político del neoliberalismo.

La nueva fase

Esta cronificación de la crisis exige nuevas alternativas que IU debe seguir protagonizando.

La gran cuestión es que el centro de la alternativa está, como siempre, en la esfera de la producción y no en la de distribución del excedente. Es decir en la contradicción capital-trabajo y con ella en el empleo y el salario (es decir en la plusvalía y la explotación).

Por tanto, las alternativas por el empleo digno y estable pasan a ser la madre de todas las alternativas y el eje articulador de todas las propuestas (sin negar la importancia de otros campos).

En segundo lugar, las políticas llamadas de rescate social (rentas y recursos mínimos garantizados) deben entenderse como políticas con prioridad en el tiempo, pero transitorias. Nosotros no podemos contribuir a la cronificación de la crisis mediante propuestas que consoliden en el tiempo la fragmentación y la desigualdad social.

La tercera cuestión es que la salida de la crisis no será resultado de medidas económicas sino políticas. En consecuencia, el papel de los sindicatos y la negociación colectiva, la participación de los trabajadores en la dirección de la economía, en las grandes empresas privadas y en el sector público serán alternativas básicas.

Tres grandes cuestiones

Habrá que superar nuestro síndrome europeo. No podemos reducir la política de la UE a la contradicción entre los países centrales y los periféricos o, dicho de otra forma, entre Alemania y el Sur. La oligarquía española es tan responsable como la de Alemania, Francia o Italia, y las burguesías nacionales y otros sectores, cómplices. No es posible ocultar esa responsabilidad. Además, en Alemania hay 7,5 millones de “minijobs”. La construcción de otra Europa es tarea de los trabajadores, también de los del Norte. 

La Constitución de 1978 ha sido incumplida en sus aspectos más democráticos y transformadores, y muy especialmente en los derechos económicos y sociales. Pero no podemos hacer esa denuncia, pidiendo que se cumplan los derechos constitucionales, y al mismo tiempo decir que el régimen del 78 ha sido básicamente perverso. No se puede soplar y sorber al mismo tiempo y, mientras tanto, asistir sin propuestas al retroceso de los derechos constitucionales y a la reorganización del modelo territorial del Estado.

Por tanto, la reivindicación justa de un proceso constituyente es inseparable de un proyecto constituyente que está por elaborar en lo fundamental. Quedarnos sólo en el movimiento -el proceso- es algo superado en la polémica con el reformismo de hace más de un siglo y conduce a la marginación política.

En ese debate ha aparecido recientemente la idea de la necesidad de una nueva fuerza política híbrida cuyo objetivo sería la revolución democrática. Esto representa retrotraer a los trabajadores a un objetivo político que no quiso cumplir la burguesía. Hoy España no es muy diferente de otros países de democracia representativa. Si estuviésemos en el Reino Unido o Francia, por poner algún ejemplo, la representación institucional de IU sería casi nula. Por otro lado, una mera revolución democrática que no resolviera problemas de control del poder económico sobre los medios de comunicación, por ejemplo, sin cuya solución la democracia real es bastante aparente. Pero eso no es una revolución democrática (al menos, como se ha entendido hasta ahora) el objetivo sino la superación del capitalismo que es lo que defienden PCE e IU. Nueva política no es sustituir a la burguesía en su fracaso político ni hacer retroceder nuestros objetivos en el tiempo histórico.

El instrumento

Creo que nuestro análisis del papel jugado por los medios de comunicación en el surgimiento de las nuevas fuerzas políticas ha sido insuficiente. Realmente no han promocionado organizaciones nuevas pero sí formas diferentes de hacer política (muchas de ellas muy viejas), formas líquidas. No hay compromiso militante, no se cotiza, el liderazgo se sitúa por encima de la organización, y en el proceso de construcción de la propuesta se sustituye la opinión (fundamentada en la experiencia y/o la información, como recoge la teoría materialista del conocimiento) por la ocurrencia. Se centra la democracia más en la opinión que en la práctica política, es decir que en la acción. Poner candidatos por encima de las nubes y la financiación mediante suscripción de la campaña son rasgos bien conocidos del sistema presidencialista estadounidense, véase la serie House of Cards.

Nueva política sin contenidos reales es sólo postureo. Izquierda Unida con Cayo Lara ha sabido dar a su política un elevado contenido de clase frente a la crisis. Se ha sabido ver que la crisis es del sistema capitalista, que su núcleo está en la explotación, por tanto en la plusvalía, que el salario no es una compensación sino el precio de la venta de la fuerza de trabajo, que el empleo es el articulador de todas las reivindicaciones, que las pensiones son salario, que la negociación colectiva y el papel de los sindicatos es fundamental y que la participación de la ciudadanía ha de ser real, basada en la acción y no sólo en la opinión. Y que el retroceso para los trabajadores y trabajadoras se quiere que sea crónico.

Esa ha sido y es la nueva política.

Fuente: mundoobrero.es

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