viernes, 20 de diciembre de 2013

20 de Diciembre: Una cita de los aragoneses con su Historia



Desde nuestra fundación como partido, el 20 de Diciembre ha sido un punto de referencia, como Día de los Derechos y Libertades Nacionales de Aragón. Cada año venimos convocando actos de homenaje al Justicia Juan de Lanuza, víctima de la invasión de tropas castellanas en 1591, convertido en símbolo de la lucha del pueblo aragonés por su libertad a través de los siglos. Al nacer, CHA retomó la iniciativa de los primeros nacionalistas aragoneses, que habían recuperado en la Transición las gentes del Rolde de Estudios Nacionalista Aragonés (en la actualidad, REA). Bastantes años después asistimos a la restauración de la institución del Justiciazgo y a los primeros homenajes institucionales a cargo del primer Justicia contemporáneo, Emilio Gastón. Como cada año, a los pies del monumento al Justicia en la Plaza de Aragón, de Zaragoza, realizaremos nuestro homenaje a Lanuza, con flores, recordando la historia y encarando los retos del presente y del futuro que tiene Aragón. Hoy, día 20, 422º aniversario de la ejecución del Justicia Juan de Lanuza, este blog se suma al homenaje recuperando un manifiesto que escribí para el acto de CHA de 1999. Las referencias de aquel entonces me temo que continúan siendo vigentes en gran parte.

Manifiesto de CHA para el 20 de Diciembre de 1999
Como cada año por estas fechas, el movimiento aragonesista, el nacionalismo de izquierdas, acude, convocado por el recuerdo de la institución histórica del Justiciazgo, para conmemorar con coraje y con dignidad aquel 20 de Diciembre de 1591 en que las tropas castellanas ocuparon Aragón por la fuerza, sometieron nuestros derechos y libertades nacionales y decapitaron al Justicia de Aragón, símbolo de la voluntad de este pueblo.
Este pueblo salió a la calle unido bajo el grito de “¡Viva la libertad!”, mientras se imponía la razón de la fuerza, la razón de Estado, la fuerza de un Estado centralista y uniforme, que se hacía aún más fuerte sobre la cabeza inerte de Lanuza. En el transcurso del tiempo esta fecha fue recogida por los aragonesistas que nos han precedido, desde los republicanos federales del XIX hasta el movimiento cultural que retomó el testigo en la última Transición, pasando por los primeros nacionalistas de la Unión Aragonesista en los años ’20 de este siglo. Para todas esas gentes el auténtico Día de Aragón era este frío y amargo 20 de Diciembre y no la festividad religiosa de un santo legendario que nunca existió. Para el aragonesismo progresista el Día de Aragón era este 20-D, aniversario de derrotas, pero germen también de esperanzas.
Hoy, 408 años después, pervive la tentación uniformizadora en un Estado de las Autonomías deforme, estrecho y discriminatorio, en el que, por un lado, las tendencias centrípetas de los partidos mayoritarios y, por otro lado, el desarrollo privilegiado de algunas comunidades periféricas de nuestro entorno, no le están dejando a Aragón el sitio que le corresponde. El reconocimiento de nuestro carácter de nacionalidad en el vigente Estatuto no se ha traducido en ningún avance significativo hacia el pleno autogobierno. Ni nos ha permitido dotarnos de un modelo de financiación que garantice de forma autónoma y suficiente la cobertura de las necesidades básicas de la sociedad aragonesa. Ni nos ha permitido participar en el proceso de toma de decisiones del Estado español en el marco de la Unión Europea, a pesar de que sus decisiones afectan crucialmente a aspectos de la vida de nuestro pueblo en los que nuestras instituciones propias disponen de plenas competencias. Así mismo, las inversiones que necesitamos, las promesas que halagan nuestros oídos en tiempos de elecciones, parecen volverse objetivos caprichosos inalcanzables, como si hubiera que pertenecer a un club selecto para verlas cristalizar en esas realidades que necesitamos y reclamamos desde siempre.
Por eso nos hemos reunido aquí, al abrigo de este templo histórico, ante la urna que contiene los restos mortales de Juan de Lanuza, cuya sangre derramada se ha convertido en símbolo perenne de la lucha de nuestro pueblo por su libertad. Aquí, donde el movimiento aragonesista a lo largo de la historia ha venido a postrar sus flores y su rabia, comparecemos hoy las mujeres y hombres de CHA para reafirmarnos una vez más en nuestro compromiso irrenunciable con Aragón, con este País nacido del mestizaje y de la voluntad colectiva. Con esta vieja nación, que desde el Pirineo hasta el Maestrazgo y desde el Bajo Cinca hasta el Moncayo, lleva más de mil años llamándose Aragón y proclamando su existencia cada día.
Existimos. Y queremos continuar haciéndolo sin renunciar a ser lo que somos: Aragonesas y aragoneses, orgullosos de nuestra historia y de nuestro acervo cultural, abiertos a un mundo de todos los colores, conscientes de los problemas que padecemos, pero seguros también de que sólo tendrán solución si podemos disponer en nuestras manos de las herramientas necesarias para resolverlos.
Hace tres semanas los turolenses quisieron llamar la atención de todos para recordar que Teruel existe. Aunque no se pueda llegar en autovía y casi tampoco en tren, Teruel existe. Sin duda la situación de las comarcas turolenses es paradigmática, pero no presenta problemas muy diferentes del resto de Aragón: el envejecimiento, la regresión demográfica, el enorme déficit en infraestructuras de comunicación que verdaderamente vertebre el territorio, el déficit en servicios públicos fundamentales que deberían garantizar un acceso a la salud, a la educación, a la cultura o a la protección social igual a la ciudadanía que vive en las grandes ciudades que a la que vive en el medio rural, la falta de apoyo e impulso a las iniciativas endógenas que quieren transformar los recursos de nuestras comarcas en riqueza y puestos de trabajo,… En definitiva, el déficit de esperanza. ¡Aragón existe! Tiene problemas, pero sólo nosotros, los aragoneses/as, podemos poner en marcha las soluciones. Nadie puede creer a estas alturas que vendrán graciosamente las soluciones de Madrid o de Bruselas. Sólo vendrán si somos capaces de forzarlas. Si las exigimos con tanta firmeza, con tanta contundencia, que convertimos lo que es justo en inevitable.
Queda todavía un año para acabar el siglo, pero los retos del siglo XXI están tan presentes que no podemos esperar ni un minuto para comenzar a construir el futuro. La previsible reforma institucional que podría darle un cariz plurinacional o al menos multipolar al Estado español puede comenzar ya esta próxima legislatura; y el papel que le corresponda a Aragón dependerá del peso que tengamos. Con toda seguridad en el 2002 entrará en vigor un nuevo modelo de financiación autonómica. La revisión del Estado de bienestar y los previsibles nuevos recortes en derechos sociales conquistados durante siglos de luchas obreras y populares no ha hecho más que comenzar. El estado en que se nos transfiera en los próximos años a Aragón la asistencia sanitaria del Insalud y el modelo de sanidad pública que rija en el siglo XXI dependerán de la correlación de fuerzas que presenten las futuras Cortes Generales. El modelo hidráulico por el que se apueste probablemente sacrificará la sostenibilidad ambiental y las expectativas de futuro de Aragón si prospera esa visión mercantilizada del agua que se expresa en la construcción de grandes embalses y que se orienta descaradamente al trasvase del Ebro a otras cuencas. La vertebración de nuestro territorio a través de las grandes infraestructuras de comunicación tantas veces prometidas y tantas otras retrasadas u olvidadas esperan una respuesta inmediata y sin más excusas.
La solución de esos retos depende del peso y de la presencia que los aragoneses/as como Pueblo podamos tener en esta etapa inminente de nuestra historia. En parte, probablemente en una gran parte, dependerá de la fuerza que podamos mostrar los hombres y mujeres de CHA en el próximo reto electoral. El impulso que seamos capaces de darle al proyecto de CHA como cauce de participación de nuestro pueblo, podrá convertir a los aragoneses/as en protagonistas de su propia historia. Está en nuestras manos. Como aragoneses y como aragonesistas, éste es nuestro compromiso con esta tierra y con nuestra gente. 2000 debe ser el año de Aragón.
¡Aragón existe!
Hoy es 20 de diciembre, pero ¿quién fue Juan de Lanuza?


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