martes, 29 de enero de 2013

El País contra la democracia. Artículo de Ramón Trujillo

del Tea Party al Molinas Party 
El diario El País ofreció el pasado domingo, día 9 de septiembre, algunas muestras de la cultura antidemocrática que quieren inocularnos las élites de este país. Su objetivo es dañar aún más nuestra deficiente democracia para impedir que las instituciones democráticas puedan canalizar un mandato popular de cambio real de la política económica.
Según El País, Mario Monti, el jefe del gobierno italiano, “el tecnócrata, acaba de demostrar otra vez que le saca dos cuerpos de ventaja a los políticos”.  Sorprendentemente, según el diario estatal, se puede ser jefe del Gobierno italiano y no ser político. Monti es un “técnico”, un “tecnócrata”, que procede del sector financiero, pero no es un político y, por lo tanto, carece de los defectos de esa casta. El País nos está diciendo esto implícitamente y, por ello, el deterioro de las condiciones de vida de los italianos y el deterioro de sus derechos es producto de una inevitabilidad técnica, de algo que no es opinable, que está fuera del subjetivo espacio de las ideologías. El País nos transmite su ideología neoliberal negando su carácter ideológico, la realidad de que está al servicio de unos intereses y no de otros y, por último, tratando de aparentar “objetividad” al oponer al “tecnócrata” aséptico y eficaz al político ineficiente que genera frustración  (merece la pena leer el libro de Marcuse El hombre unidimensional, donde ya analizó hace mucho tiempo esta actitud totalitaria).
Sin embargo, el mayor servicio a la difusión de una cultura antidemocrática por parte de El País, en su edición dominical, consistió en haber dedicado dos páginas enteras al pueril análisis de la “clase política española”, titulado Una teoría de la clase política española, que firma César Molinas. En el artículo reivindica un sistema electoral mayoritario para España, como condición para superar los males políticos que nos han llevado a la crisis. Es decir, reclama un sistema que regale más escaños a PP y PSOE porque así los culpables políticos de la crisis podrán sacarnos de ella –no lo dice tan claro, pero es lo que dice.
El sistema electoral español es proporcional, pero con efectos mayoritarios (en cada elección PP y PSOE obtienen unos 35 escaños que no les han dado los ciudadanos, sino su fraudulenta ley electoral que, para Molinas, no es lo suficientemente fraudulenta y no erradica a los partidos como Izquierda Unida, que sí plantean cambiar la política económica).
Molinas pide educadamente una ley electoral que consiga lo mismo que un golpe militar: excluir de las instituciones a los ciudadanos que quieran cambios y nada mejor, para tal meta, que aprovechar el cabreo popular con los políticos para salvar con una ley electoral fraudulenta a los políticos que han hundido el país. Para Molinas la democracia es una técnica de control popular y no un conjunto de mecanismos para articular la voluntad popular. Este enemigo de la democracia plantea una “reforma democrática” para cargarse la democracia. ¿Se acuerdan del 1984 de George Orwell y aquella dictadura que manipulaba las palabras y anunciaba que la guerra es la paz?
Molinas afirma gratuitamente que ningún partido tiene una estrategia creíble para sacar a España de la crisis. Dice, sin justificarlo, que un sistema electoral mayoritario haría responsables a los cargos electos ante sus electores. Acusa, correctamente, a los grandes responsables políticos de haber ocasionado la burbuja inmobiliaria y las infraestructuras innecesarias, pero ni una palabra sobre la minoría empresarial riquísima que influye en sus decisiones, ni sobre los mecanismos por los que el poder del dinero se apropia de la política. Molinas acierta al culpar a una parte de los políticos del desastre de las cajas de ahorros, pero ni una palabra sobre la entrega de esas cajas a la banca que causó el desastre aún mayor de la crisis.
Molinas dice, implícitamente, que todos los políticos son corruptos y siempre crean burbujas porque “capturan rentas”. Así hace el juego a los políticos corruptos porque, al decir que son lo único que hay, le envía a la ciudadanía cabreada el mensaje de que no pierda el tiempo apoyando a los que parecen representar su indignación porque, al final, todos son iguales. Por supuesto, no diagnostica un problema de “captura de rentas” en el caso del sector eléctrico, beneficiario de privatizaciones y de un sistema de cálculo de tarifas abusivo, provocado por la “captura de la política” por los adinerados, y que, con la propuesta de reforma electoral de Molinas, podría seguir imponiendo costes eléctricos desorbitados a familias y empresas, mientras el articulista seguiría denunciando las primas a las renovables.
Molinas considera que hacen falta recortes mucho más intensos y que nuestra clase política no los hará porque se quedaría sin capturar rentas (se desprendería de lo que dice que, a fin de cuentas, el gasto público es un despilfarro destinado a que los políticos saquen tajada, una forma de “argumentar” propia del Tea Party). Todo esto lleva a Molinas a pedir una ley electoral más antidemocrática para solucionar los problemas. Así, mientras El País denuncia el Tea Party estadounidense, promueve el Molinas Party español, que persigue similares objetivos económicos y es más apropiado para la cultura política hispánica.
El esfuerzo de El País para socavar la democracia aprovechando el malestar ciudadano no debe ser menospreciado, ni infravalorado. No olvidemos aquella verdad que proclamó un activista sudafricano de la lucha contra el racismo: la mayor arma de los opresores es el cerebro de los oprimidos. 
Fuente: canariassocial.com

Ramón Trujillo, coordinador de Izquierda Unida Canaria.

Trujillo (IUC): “Las autoridades canarias exigen despilfarrar en aeropuertos” 

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