viernes, 11 de abril de 2014

La diputada de Izquierda Plural Laia Ortiz ha recibido un premio Avizor a la más activa parlamentaria por el desarrollo humano y contra la pobreza

“El desinterés por el desarrollo no cuesta votos”

La diputada de Iniciativa per Catalunya Verds ha recibido el Premio Avizor de la Fundación Salvador Soler, por su labor a favor del desarrollo humano y la lucha contra la pobreza


Estatuilla en mano, Laia Ortiz (Barcelona, 1979) no oculta su alegría por haber recibido un premio. Le brillan los ojos y no puede contener la risa mientras le hacen fotografías. Cada día, muchas personas reciben galardones, más o menos importantes, por distintos motivos. Nada nuevo. Pero que el receptor sea un político —en estos tiempos en los que la sociedad les considera un problema para el país— y quien lo otorga sea una organización civil, ya es más raro. Así que el regocijo de la “diputada del año 2013”, como la distingue el Premio Avizor de la Fundación Salvador Soler, por su labor a favor del desarrollo humano y la lucha contra la pobreza, queda justificado.
“Llevé por primera vez al Congreso una iniciativa contra la pobreza energética. Hoy está en el debate”, detalla la diputada de Iniciativa per Catalunya Verds. “Pero el trabajo es siempre colectivo. En colaboración con las ONG que trabajan en el terreno y con los ciudadanos. Hablando con la gente. Pisando calle”, abunda mientras vacía su botella de agua en una terraza del centro de Madrid escogida al azar. “A veces, se da la imagen de que los políticos somos marcianos —continúa—, aunque no me extraña la desconexión con la sociedad si de cada seis noticias, cuatro son de corrupción”. Insiste en que no todos son iguales, pero no duda en describir al presidente del Gobierno como alguien que vive “alienado” en la realidad que le rodea. ¿Y Rubalcaba? “Anclado en el pasado y obsesionado por conservar un régimen que se desmorona”, espeta.
La mayoría absoluta de José María Aznar en 2000 fue el revulsivo que Ortiz necesitaba para meterse en política. “Pensé que algo tenía que hacer”, confiesa. Tenía 21 años. Aunque la licenciatura que había cursado, Ciencias Políticas, ya apuntaba sus inquietudes. Pronto llegó a ser la coordinadora de las juventudes de su partido. Con 27 fue elegida diputada en el Parlamento catalán y desde las pasadas elecciones generales ocupa un escaño en el Congreso nacional. Su currículo, sin embargo, no solo contiene siglas. Antes que todo eso, trabajó como teleoperadora, encuestadora y en restaurantes de comida rápida. “Empleos precarios, como cualquier joven”, explica.
Para Ortiz el principal problema del país es el aumento de la desigualdad y la pobreza. “Junto con el paro, claro”. Y asegura que conoce bien estas cuestiones. “Muchos de mis amigos son parados de larga duración”, apunta. “Además, vivo en un barrio obrero en Barcelona y mi madre trabaja como maestra en una escuela en una de las zonas con menor renta per cápita de la ciudad”. Por eso, dice, siembre trabaja en busca de una mayor equidad social. Lo hará hasta que su embarazo se lo permita. “Es una niña. La llamaremos Abril”, afirma sin dudar del nombre.
Dice el refrán que los bebés vienen con un pan debajo del brazo. La de Ortiz le ha traído por anticipado el premio que recibió ayer. Quizá porque quería que le llegase por su cumpleaños, que celebrará en quince días. “Esta bien el galardón, pero los titulares no sacan muy bien al Congreso en cuanto a iniciativas por el desarrollo humano”, lamenta finalmente. “El desinterés por el desarrollo no cuesta votos”, zanja.
Fuente: elpais.com

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